Fundación Gotitas de Amor nació del sueño de dos hermanos que, desde pequeños, soñaron con ayudar a quienes más lo necesitan.
Venimos de una familia humilde y sabemos lo que es pasar por momentos difíciles, tener poco y aun así mantener viva la esperanza.
Desde niños, en cada viaje veíamos a otros pequeños caminando descalzos, viviendo con carencias, pero con una sonrisa que nunca se apagaba. En esos momentos hicimos una promesa: algún día regresaríamos para ayudarlos.
Hoy, ese sueño se ha hecho realidad. Aunque mi hermano ya no está físicamente conmigo, sé que desde el cielo sonríe al ver cómo aquel sueño de infancia se convirtió en una misión de vida. Cada proyecto, cada sonrisa y cada ayuda que llega a manos de un niño lleva un pedacito de su amor y del mío.
Nuestro corazón late especialmente por los niños de escasos recursos, aquellos que viven en comunidades donde casi nadie llega.
Niños que recorren largas distancias solo para recibir un juguete, una comida caliente o una palabra de aliento. Ellos son nuestra mayor inspiración.
Pero nuestra ayuda no termina ahí. También extendemos nuestras manos a personas mayores y familias vulnerables, brindándoles ropa, alimentos y apoyo.
Creemos que cada acto de amor, por pequeño que parezca, puede transformar una vida.
Cada año crecemos un poco más, llegando a nuevas comunidades y tocando más corazones. Porque Gotitas nació para eso: para ser una lluvia de amor, esperanza y solidaridad donde más se necesita.
Quiero agradecer con todo mi corazón a mi familia, mis hermanos, mis amigos y a cada persona que ha creído en este proyecto.
Gracias a ustedes, Fundación Gotitas sigue creciendo, llevando esperanza a cada rincón del país.
Y aunque mi hermano ya no esté aquí, sé que su espíritu vive en cada gotita de amor que compartimos.
Porque cuando se hace todo con el corazón, las gotas se convierten en ríos de esperanza.
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