Ese año, Gotitas emprendió su primer viaje hacia Cerro Negro, una comunidad que nos recibió con los brazos abiertos y el corazón dispuesto. Entre montañas, canciones y regalos, compartimos una tarde que se convirtió en recuerdo imborrable. Fue el inicio de una nueva historia: una Navidad sencilla, pero llena de propósito. Las sonrisas de los niños fueron nuestro mejor regalo.








